Pero sin lugar a dudas en esta fecha los lugares que más albergan a los fieles son el convento que se ubica en la avenida Tacna en el centro de Lima y el distrito de Santa Rosa de Quives, -este queda camino a Canta- lugar donde la Santa pasó gran parte de su infancia y recibió el sacramento de la confirmación.
Personalmente esta vez opté por no ir a ninguno de estos, ya que anteriormente había visitado el pueblito de Quives, y en esa oportunidad como ahora, la interminable fila de vehículos que en esta fecha pugnan por llegar, y la lentitud en que estos avanzan, hacen que llegar parezca casi imposible. Ya en el pueblo se nota las inmensas filas para entrar a orar o simplemente visitar el santuario, pero uno sale lleno de fe, fe que la multitud contagia.
De igual forma en todo el pueblo uno disfruta la variedad, sabor y colorido de la gastronomía andina que ofrecen en esta parte de la sierra limeña y que además mitigan el hambre de todo peregrino.
Para variar esta vez me dirigí a Callahuanca, invitado por un amigo que este año fue el mayordomo de los festejos en honor a la también Santa patrona de ese lugar.
Salí muy temprano de Lima rumbo a Chosica, donde el sol característico de este lugar ya brilla y abriga. En el conocido Parque Echenique, abordo la movilidad de la empresa comunal; y en exactamente una hora me hace llegar a este pintoresco pueblito, luego de pasar por la hidroeléctrica de Barba blanca. Donde notamos que las laderas de los cerros ya se encuentran casi cubiertas por arbustos nativos, gracias a un proyecto de arborización que en esta zona están realizando conjuntamente la empresa privada, el municipio y la comunidad. A fin de contrarrestar los embates propios del cambio climático.
Carretera arriba el vehículo pasa debajo de un letrero que da la bienvenida a Callahuanca y que además lo denomina como “El valle sagrado de la chirimoya” en seguida se pasa por el estadio del poblado, bien cuidado por cierto, aunque en esta oportunidad sirve como centro de celebración de la fiesta patronal, ofrecida por uno de los dos Mayordomos.
Todos los pasajeros bajamos del carro comunal antes de llegar a la placita, y se puede divisar la bonita torre de su pequeña iglesia, que dicho sea de paso es el orgullo de los Callahuanquinos.
Por las calles estrechas flanqueadas con muchas casas de arquitectura colonial, la gente ya camina presurosa para dirigirse a la procesión de Santa Rosita como la llaman los lugareños. La banda de músicos deja escuchar sus melodías acompañando el recorrido por sus principales callecitas, que mantienen un aire pueblerino.
Confundidos con el gentío pasan también algunos ciclistas que con sus “Montañeras” se desplazan raudos por esta zona, que es apta para la práctica de este deporte.
Mientras tanto al llegar la hora del almuerzo me dirijo a una pintoresca casita, habilitada como restaurante donde el propietario me recomienda un menú “made in Callahuanca” es decir una riquísima trucha, y como postre un delicioso helado de chirimoya. … ¡20 puntos!!!!!
Mas tarde luego de recorrer sus principales arterias la imagen de la Santa ya esta por ingresar a su templo donde permanecerá hasta el próximo año, pero antes, los fieles inician un singular festejo: la banda de músicos toca una marinera que pone a bailar a todos los asistentes, pero lo curioso es quienes llevan el anda en hombros hacen también lo mismo simulando un baile de la Santa, esto se repite por un buen rato con variados ritmos musicales, ya exhaustos ingresan recién la imagen al templo notándose en la gente la alegría y satisfacción por participar en un festejo mas de su Santa Patrona.
Callahuanca, denominado con razón por sus pobladores, “El valle sagrado de la chirimoya”, está a 1,800 msnm. Posee un clima muy agradable, está a solo dos horas y media de la capital, cuenta con varios restaurantes cuyos propietarios muestran una atención muy esmerada a los visitantes, asimismo hay un alojamiento municipal, varios alojamientos particulares y un hotel con todos los servicios para los mas exigentes. Y la gente que gusta de la naturaleza también puede acampar por sus alrededores, para esto solicitar información a cualquiera de sus pobladores, todos son muy amables y le orientarán.
Todo esto me traslada al pasado. Cuando niño me dirigìa todas las mañanas a "mi Escuela Pre-Vocacional 393" y antes de llegar a esta, cruzaba por el puesto de la Benemèrita Guardia Civil de ese entonses, que custodiada por un fiel pastòr alemàn de nombre "caronte" se encontraba la ermita con la imagen de la Santa.
El sol ya casi está ocultándose, sopla un ligero viento, es momento de regresar.
Cerca al estadio subimos a la movilidad que nos llevará a Chosica, y de ahí a la fría y húmeda Lima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario