Son las cuatro de la madrugada del 31 de julio del 2008, hace un frío intenso, típico en esta época del año en la sierra de los andes, estamos llegando a Huallanca , ubicada a 7 horas en bus desde Lima. La festividad en este pintoresco lugar comenzó el día 27, celebrando el aniversario patrio y la feria taurina en honor a la virgen del Carmen, patrona de este distrito. Todo esta fiesta comprende en: quema de castillos pirotécnicos, desfiles cívico, escolar y militar, paseo de antorchas, exposición de lo mejor de la ganadería de la zona, pelea de gallos y siendo el mayor atractivo las cuatro tardes de corridas de toros, tendiendo en cuenta sobre todo que Huallanca siempre se ha caracterizado por ser una zona ganadera y aficionada a la fiesta brava desde la época en que los colonos portugueses se asentaron en estas tierras por su enorme riqueza mineral. De ahí que en estas tardes de fiesta no se estila matar a los bravos animales sino solo de disfrutar de la capa y la muleta y en muchas ocasiones osados y temerarios jinetes capa en mano hacen gala de la habilidad de sus nobles animales para sortear las embestidas de los astados. Pasado el mediodía nos dirigimos a la plaza de toros “Monte Carmelo” por las calles se vive un típico ambiente de fiesta, nos cruzamos con vendedores de algodones, refrescos, helados, y toda una feria gastronómica que ofrecen distintos platos típicos de la zona siendo la vedette de esta, la pachamanca. De un lado de la vereda nos llama un señor que nos invita a participar de un juego y tener la posibilidad de ganar algunas chucherías con solo encajar unas argollas invirtiendo la módica suma de un sol. En fin en este lugar y esta fecha la alegría es contagiante. Luego de sortear todo este gentío llegamos al ruedo de toros. El ingresar hasta nuestro palco que se ubica en la parte alta es todo un reto, ya que las escaleras y pasillos que conducen a este se encuentran ocupados por una multitud de espectadores que sobrepasa el aforo del coso taurino, Una de las dos bandas de músicos que siempre proceden de las zonas aledañas entona un pasodoble, ingresa el cartel de toreros, dos de ellos son Huallanquinos .terminado el desfile se anuncia el inicio de la tarde de toros. Los toreros lucen sus destrezas, uno de ellos es cogido por el animal y la gente sobre todo las mujeres gritan del susto y esto se acentua al notar el ingreso a la arena de una persona que en estado etílico y portando como capa solo su sombrero intenta sortear al toro, y al lograrlo con quiebres graciosos mas bien produce la risa y el aplauso del publico. Pero minutos más tarde otro en igual estado trata de emularlo, no corriendo la misma suerte al ser embestido y literalmente salir volando por los aires producto del brutal impacto del animal. Y entre gritos, olès, aplausos y pifias termina la tarde luego de que los laceadores o encargados de regresar a los toros a los corrales poniéndole a este una soga entre las astas, guardan al último animal. En la calle continua la fiesta al compás de la banda de músicos que con huaynos y todo ritmo de moda a la gente se les ocurra celebrar. Llega la noche fría y en una radioemisora local anuncian que en el coliseo cerrado se realizara un baile popular con la presentación de un grupo cumbiambero y una cantante folklórica , me resistí a la tentación de ir por que preferí pasarla en familia y con unos amigos, que bailar y cantar ritmos cuyas letras hacen apología al alcoholismo Al dia siguiente muy temprano, muchos optan por ir a renovar sus energias al campo, o tal vez a darse un chapuzòn en los baños termo-medicinales de Azulmina que para esta fecha los integrantes de la Comunidad de esta zona, quienes administran este complejo tratan de mejorar sus instalaciones y la atenciòn, que a decir verdad tienen aùn mucho por hacer. La cuarta y última tarde de corrida, se nota parecida a la anterior aunque algunos toros no responden a la expectativa del público. Luego del ingreso del último animal la gente se vuelca a la arena para dar inicio al tradicional “ayguallache” voz quechua referida a la despedida, donde grandes y chicos, hombres y mujeres cogidos de los brazos desfilan al compás de una melodía andina que interpreta la banda de músicos para esta ocasión. Los visitantes que llegaron para esta festividad ya inician el regreso a sus destinos; en otros tiempos dejaban a Huallanca con la sensación de apacibilidad pero eran las épocas en que aun no se iniciaba el “boom minero” en la regiòn, a diferencia de esos tiempos ahora en Huallanca después de terminada las fiestas de julio como comúnmente muchos lugareños lo llaman en Huallanca ya casi ni se nota el vacío que dejan estos visitantes, pues por las calles circulan todos los días y hasta altas horas de la noche mucha gente; unos que trabajan en las minas , otros son trabajadores de las empresas constructoras otros son comerciantes que vinieron con todas sus familias de distintos lugares y se asentaron instalando sus negocios y adquiriendo en muchos casos la ciudadanía Huallanquina hecho que está alterando últimamente la identidad, cultura y costumbres de esta tierra que muchos Huallanquinos no pueden soslayar. Mucha gente que nació y creció en esta tierra espera que las autoridades e instituciones locales y representativas se den la tarea de revalorar la identidad y costumbres que desde tiempos remotos aun perduran y corren el riesgo de perderse o fusionarse debido a la creciente inmigración, a consecuencia de la instalación de varias empresas de explotación minera; que debemos reconocer está trayendo desarrollo económico a esta parte de nuestro Perú . Pero de igual forma trae también el desequilibrio ecológico y la contaminación. Algo que también muchos lugareños no deben olvidar es que Huallanca fue fundada por inmigrantes y en el transcurso de su historia hasta los últimos años su población ha sido de gente que vino de distintos lugares para hacer de esta hermosa tierra: “su tierra” solo que toda esta gente siempre respeto y mas bien afianzó todas las costumbres y tradiciones que de alguna manera perduran hasta estos días. La campana de la vieja iglesia matriz deja escuchar sus tañidos, anuncia algo lamentable; como en todo momento de alegría a veces no falta la nota triste, esta vez no podía ser la excepción, el padre de mis amigos dejaba de existir. Mucha gente se dirige a la casa del fallecido para presentar sus condolencias. Luego de dos noches de velorio donde los deudos ofrecen a los asistentes: café, cigarros, copitas de ron, pisco y además del tradicional y típico “shinguirito”, bebida caliente preparada con hierbas medicinales de la zona, azúcar quemada y aguardiente de caña. Todo esto para mantenerse despierto y soportar el frío de las noches que en esta época del año es frecuente en esta zona, ya casi al alba sirven un riquísimo y caliente caldo de res. El funeral como todos, es muy triste sobre todo para la familia, que entre llantos y desmayos ven como este noble señor que en vida fue amigo de mi también difunto padre es acogido por lo que será su morada eterna, la tumba. Ubicada debajo de unos vetustos cipreses en el antiguo cementerio de la población. Y es así como luego de algunos días en esta parte del Perú tenemos que emprender el retorno a Lima,…… aunque esta vez lleno de emociones encontradas…. …hasta el próximo viaje por las rutas del Perú…
miércoles, 13 de agosto de 2008
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